jueves, 28 de noviembre de 2013

Como es la introduccion del Neoliberalismo en Chile (parte 2)

En Marzo de 1975, en Santiago, un periodista osó sugerir a Friedman que incluso en países capitalistas más avanzados, como por ejemplo los Estados Unidos, el gobierno aplica varios tipos de controles sobre la economía. El señor Friedman respondió: "Siempre he estado en contra, no los apruebo. Creo que no deberíamos aplicarlos. Estoy contra la intervención económica del gobierno, en mi propio país, tanto como en Chile o en cualquier otra parte" (Qué Pasa, semanario chileno, 3 de Abril de 1975).
No es éste el lugar para evaluar la validez general de los postulados avanzados por Friedman y la Escuela de Chicago. Deseo concentrarme sólo en lo que ocurre cuando su modelo es aplicado a un país como Chile. En este caso las teorías de Friedman son especialmente criticables, -tanto desde un punto de vista económico como moral -, porque proponen una política de libre mercado absoluto en un marco de extrema desigualdad entre los agentes económicos involucrados: desigualdad entre empresarios monopolísticos y pequeños y medianos empresarios; desigualdad entre los propietarios del capital y aquellos que sólo poseen su capacidad para trabajar, etc. Se producirían situaciones similares si el modelo fuera aplicado a cualquier otra economía subdesarrollada y dependiente. Es absurdo hablar de libre competencia en Chile. Allí la economía es altamente monopólica. Un estudio académico realizado durante el régimen del Presidente Frei señaló que en 1966, "284 empresas controlaban cada una y todas les subdivisiones de la actividad económica chilena. En el sector industrial, 144 empresas controlaban cada uno y todos los sub sectores. A su vez, el interior de cada una de estas 144 empresas manufactureras que constituían el núcleo del sector industrial, unos pocos accionistas controlaban la administración: en más del 50% de las empresas, los diez mayores accionistas poseían entre el 90 y el 100 % del capital"(Política y Espíritu. número 365, 1975).
Por otra parte, también estudios realizados durante el periodo pre Allende, demostraron el grado en que la economía chilena ha sido dominada por empresas multinacionales foráneas. Como lo expresaron Barnet y Muller en Global Reach, "en el Chile anterior a Allende, el 51% de las 160 firmas más grandes eran efectivamente controladas por grandes corporaciones. En cada una de las siete industrias claves de la economía de una a tres firmas controlaban a lo menos el 51% de la producción. De las mayores veintidós grandes corporaciones que operaban en el país, diecinueve operaban libres de toda competencia o compartían el mercado con otros oligopolistas".
Desde 1971 a 1973, la mayoría de las industries monopólicas y oligopólicas fueron nacionalizadas y transferidas al sector público. Sin embargo, el celo con que la dictadura militar ha desmantelado la participación del Estado en la economía y transferido industrias a propietarios extranjeros sugiere que los niveles de concentración y monopolización son ahora a lo menos tan altos como fueron antes del gobierno de la Unidad Popular (Allende).
Un informe del Fondo Monetario Internacional de Mayo de 1976 establece: "El proceso de restitución al sector privado de la gran mayoría de las empresas que durante los quince años anteriores, especialmente en 1971-73, habían llegado a ser parte del sector público continuó (durante 1975). A fines de 1973 le Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) tenia un total de 492 empresas, incluyendo diez y ocho bancos comerciales ...De este total, 253 empresas... han sido devueltas a sus propietarios anteriores. Entre las otras 239 empresas ... 104 (entre ellas diez bancos), han sido vendidas; diez y seis (incluyendo dos bancos) han sido ya adjudicadas, siendo la ejecución completa de los procedimientos de transferencia cuestión de semanas; la venta de otras veintiuna está siendo negociada bilateralmente con grupos de potenciales compradores...". Falta aún solicitar propuestas para las restantes empresas. Obviamente los compradores son siempre un número pequeño de poderosos intereses económicos que han estado agregando estas empresas e las estructuras monopólicas u oligopólicas dentro de las que operan. Al mismo tiempo, un considerable número de industrias ha sido vendido a les corporaciones transnacionales, entre ellas le industria Nacional de Neumáticos (INSA), comprada por Firestone en una suma desconocida, y una de las principales industrias de pulpa para papel (Celulosa Forestal Arauco), comprada por Parssons and Whittemore.
Hay muchos otros ejemplos para mostrar que, mientras la competencia sigue su curso, las prescripciones del señor Friedman no rinden los efectos económicos implícitos en su modelo teórico. En la primera mitad de 1975, como parte del proceso de suprimir las regulaciones de la economía, el precio de la leche fue eximido de control. ¿Cuál fue el resultado? El precio al consumidor subió un 40% y el precio pagado al productor cayó 22%. Hay más de 10.000 productores de leche en Chile pero sólo dos compañías procesadoras, que controlan el mercado. Más del 80% de la producción chilena de papel y el total de ciertos tipos de ese producto proviene de una sola empresa -la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, controlada por el grupo de intereses Alessandri- que establece precios sin temor a competencia alguna. Más de quince marcas extranjeras se ofrecen en el mercado chileno de artículos para el hogar, pero todas ellas están en manos de sólo tres compañías, que los arman en Chile y determinan su precio de venta al público.
Por supuesto cualquiera de los seguidores de la Escuela de Chicago diría que, con la liberalización del mercado internacional, como prescribe el modelo, los monopolios y oligopolios chilenos quedarían expuestos a la competencia externa. Sin embargo, no ocurre así. La carencia de divisas en Chile es tal que el país no puede importar lo que necesita ni siquiera en los rubros más esenciales. Aún más importante es el hecho que las empresas extranjeras no están interesadas en enviar a Chile bienes que puedan competir con aquellos manufacturados por sus propias subsidiarias chilenas. Al mismo tiempo, en Chile los intereses económicos que controlan la industria manufacturera también controlan el aparato financiero y las actividades de importación. Estos grupos no están dispuestos a competir consigo mismos. En síntesis, la aplicación de las teorías de Friedman al mundo real de Chile significa que los industriales pueden libremente "competir" a cualquier nivel de precios que ellos elijan.
Otros aspectos del tipo de pensamiento económico enseñado en la Universidad de Chicago son convenientemente ignorados por los consejeros de la Junta. Uno es la importancia de los acuerdos salariales libremente negociados entre empleadores y trabajadores; otro es la eficiencia del mercado como instrumento para asignar recursos en la economía. Es irónico mencionar el derecho de los trabajadores a negociar en un país donde la Central de Trabajadores ha sido ilegalizada y donde los salarios son determinados por decretos de la Junta; puede parecer también grotesco hablar del mercado como el instrumento más efectivo para asignar recursos cuando es ampliamente sabido que no hay prácticamente inversiones productivas en la economía debido a que la más "beneficiosa" de las inversiones es la especulación. Bajo la consigna "Debemos crear un mercado de capitales en Chile", grupos privados selectos que disfrutan de le protección de la Junta han sido autorizados para establecer las así llamadas "financieras", dedicadas a la más desorbitada especulación. Sus abusos han sido tan flagrantes que incluso Orlando Sáenz, ex presidente de la Asociación de los Industriales chilenos y un decidido partidario del golpe, no pudo abstenerse de protestar. "No es posible", dijo,"continuar con el caos financiero que prevalece en Chile. Es necesario canalizar e inversiones productivas los millones y millones de recursos financieros que están ahora siendo utilizados en desorbitadas operaciones de especulación ante los mismos ojos de aquellos que ni siquiera tienen un trabajo" (La Tercera, 9 de Abril de 1975).
Pero la clave de la recete de Friedman, como la Junta nunca deja de enfatizar, es el control de la inflación. Debería, de acuerdo con la Junta, unir los "vigorosos esfuerzos de todos los chilenos". El Profesor Harberger declaró categóricamente en Abril de 1975: "No puedo ver ninguna excusa para no detener la inflación: sus orígenes son bien conocidos; los déficit fiscales y la expansión monetaria deben ser terminados. Sé que me preguntarán sobre el desempleo; si los déficit fiscales fueran reducidos a la mitad, aún así la tasa de desempleo no aumentaría más que un 1%" (Qué Pasa, 10 de Abril de 1975). De acuerdo a las cifras oficiales de la Junta, entre Abril y Diciembre de 1975, el déficit fiscal se redujo en aproximadamente el 50% recomendado por Harberger. En el mismo período, el desempleo subió seis veces más de lo que predijo. El remedio que continúa recomendando consiste en reducir el gasto fiscal que reducirá el circulante. Esto significará una contracción en la demanda, que a su vez provocará una reducción general de precios. Así la inflación sería derrotada. El profesor Harberger no dice explícitamente quién tendría que disminuir su nivel de vida para soportar los costos de la curación. Sin ninguna duda, la excesiva expansión monetaria constituye un importante factor inflacionario en cualquier economía. Sin embargo, la inflación en Chile (o en cualquier país subdesarrollado) es un problema mucho más complejo que el supuesto por los modelos mecánicos de los teóricos monetaristas. Loa seguidores da la Escuela de Chicago parecen olvidar, por ejemplo, que la estructura monopólica de la economía chilena permite a las firmas dominantes mantener los precios frente a una demanda en decadencia. Ellos olvidan también el rol que las así llamadas expectativas inflacionarias juegan en generar alzas de precios.
En Chile, las expectativas inflacionarias se han aproximado Últimamente a un 15% -mensual. Precaviéndose, las firmas se preparan para enfrentar los costos crecientes aumentando sus precios. Estos continuos "saltos" de precios alimentan una espiral inflacionaria general. Por otra parte, en un clima inflacionario de ese tipo, nadie desea mantener activos líquidos. Poderosos grupos de interés, que operan sin control gubernamental, pueden de este modo manipular al aparato financiero. Crean instituciones para absorber cualquier dinero disponible y lo usan en variadas formas de especulación, que influyen e impulsan la inflación.

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