LOS RESULTADOS ECONOMICOS.
Han pasado tres años desde que el experimento comenzó en Chile y existe suficiente información disponible para concluir que los discípulos chilenos de Friedman fracasaron - al menos en sus objetivos explícitos y mensurables - y particularmente en sus tentativas de controlar la-inflación. Pero han tenido éxito, al menos temporalmente, en su propósito más general: asegurar el poder político y económico de una pequeña clase dominante mediante una transferencia masiva de riqueza de las clases bajas y medias a un selecto grupo de monopolistas y especuladores financieros.
La prueba empírica del fracaso económico es avasalladora. El 24 de Abril de 1975, después de le última visita conocida de los señores Friedman y Harberger a Chile, el Ministro de Hacienda de la Junta, Jorge Cauas, dijo: "La Honorable Junta me ha pedido que formule y lleve adelante un programa económico principalmente dirigido a erradicar la inflación. Junto con un numeroso grupo de técnicos hemos presentado a las autoridades chilenas un programa de reactivación económica que ha sido aprobado y está comenzando. El objetivo principal de este programa es detener la inflación en lo que queda de 1975". (El "grupo de técnicos" es obviamente Friedman y compañía). A fines de 1975 la tasa anual de inflación en Chile había alcanzado 341%, la más alta inflación en el mundo. (1) Los precios al consumidor aumentaron ese mismo año en un promedio de 375%; los precios al por mayor crecieron en 440%.
Analizando las causas de la inflación chilena en 1975, un reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) dice: " la disminución en el gasto fiscal, con sus efectos adversos sobre el empleo la vivienda y las obras públicas, fue significativamente más allá de lo programado para dar satisfacción a las grandes demandas de crédito del sector privado..." Más adelante expresa: "La regulación monetaria general siguió siendo expansiva en 1975. Además, las continuadas altas expectativas inflacionarias y la falta de deseo del público de incrementar sus activos líquidos complicaron grandemente la implementación del programa monetario"; refiriéndose a las organizaciones privadas que han comenzado a operar sin ningún control, el informe agrega que las "financieras" han sido autorizadas para operar paralelamente al sistema bancario comercial y a tasas de interés hasta un 50% superiores que la máxima tasa bancaria permitida. De acuerdo con la misma fuente, las "financieras" operaban en 1975 a una tasa de interés de 14% mensual, o 168% al año; y obtenían créditos en Nueva York al 10 o 12 % anual.
La implementación del modelo de Chicago no ha conseguido una reducción significativa de la expansión monetaria. Ha provocado, sin embargo, una inmisericorde reducción del ingreso de los asalariados y un espectacular aumento en el desempleo; al mismo tiempo ha aumentado la cantidad de dinero en circulación mediante préstamos y transferencias a grandes firmas y otorgando a instituciones financieras privadas el poder de crear dinero. Como expresa James Petras, un cientista político norteamericano, (New Politics, invierno de 1976): "Las mismísimas clases sociales de las que depende la Junta son las principales responsables de la inflación".
El proceso inflacionario, que las políticas de la Junta estimularon inmediatamente después del golpe, se redujo levemente en 1975 en comparación con la increíble tasa de 375.9% de 1974. Tan magra reducción sin embargo no indica ninguna aproximación sustancial a la estabilización y parece en general como absolutamente irrelevante a la mayoría de los chilenos que deben soportar el colapso total de su economía. Esta situación recuerda la historia de un dictador latinoamericano a comienzos del siglo. Cuando sus consejeros vinieron a decirle que el país sufría de un muy serio problema educacional, ordenó cerrar todas las escuelas públicas. Hoy, transcurridos más de setenta años de este siglo, todavía quedan discípulos del anecdótico dictador, que piensan que la forma de erradicar la pobreza en Chile es matar a los pobres.
Las devaluaciones del tipo de cambio y las disminuciones en el gasto fiscal han provocarlo una depresión que, en menos de tres años, ha rebajado la tasa de desarrollo del país a lo que era hace doce años. El Producto Real Nacional Bruto se contrajo durante 1975 en casi 15% a su más bajo nivel desde 1969, mientras, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el ingreso nacional real "cayó en un 26%, dejando el ingreso real per capita más bajo que su nivel de diez años antes". La disminución en el Producto Doméstico Bruto de 1975 refleja una caída de un 8.1% en el sector minero, una disminución de un 27% en la industria manufacturera y una caída de 35% en la construcción. La extracción de petróleo bajó en un 11% estimado, mientras transportes, almacenamiento y comunicaciones bajaron 15.3%, y el comercio disminuyó en 21.5%. En el sector agrícola la producción aparece como estancada en 1975-76, con sólo 0.4% de variación con respecto al previo año agrícola. Este estancamiento ha sido el resultado de una combinación de factores, incluida el alza continuada en el costo de fertilizantes y pesticidas importados. El uso de fertilizantes cayó en un 40% estimado entre 1975 y 1976. El aumento en los precios de importación fue responsable también de la caída en la producción de cerdo y aves, que dependen casi completamente de alimentos importados. La restitución a sus antiguos propietarios de varios millones de hectáreas de tierra cultivable que habían sido expropiados y transferidos a organizaciones campesinas de acuerdo a la Ley de Reforma Agraria de 1967, ha reducido también la producción agrícola. A fines de 1975 casi un 60% de todas las propiedades agrícolas afectadas por la reforma agraria - el equivalente de aproximadamente un 24% del total de la tierra expropiada - ha sido afectado por las decisiones de la Junta. De este total, 40% de las empresas agrícolas (75% de la extensión física y más del 50% de la tierra regada) han sido completamente restituidos a sus antiguos dueños.
En el sector externo de la economía, loe resultados han sido igualmente desastrosos. En 1975 el valor de las exportaciones cayó un 28%, de 2.130 millones de dólares a 1.530 millones, y el valor de las importaciones cayó 18%, de 2.240 millones de dólares a 1.810 millones, mostrando así un déficit comercial de 280 millones de dólares. Las importaciones de alimentos cayeron de 561 millones en 1974 a 361 millones en 1975. En el mismo periodo la producción nacional de alimentos declinó, causando una dramática reducción en la alimentación de la masa de la población. Al mismo tiempo, la extraordinaria deuda pública externa pagadera en moneda extranjera aumentó de 3.600 millones de dólares el 31 de Diciembre de 1974 a 4.310 millones en el 31 de Diciembre de 1975. De esta manera se acentuó la dependencia de Chile de fuentes externas de financiamiento, especialmente de los Estados Unidos. Las políticas de la Junta han gravado s Chile con una de las más altas deudas públicas per capita del mundo. En los próximos años la nación deberá asignar más del 34 % de sus proyectados ingresos por exportaciones al pago de las deudas con el extranjero.
Pero el resultado más dramático de las políticas económicas ha sido el aumento en el desempleo. Antes del golpe, el desempleo en Chile era 3.1%, uno de los más bajos en el Hemisferio Occidental. A fines de 1974, la tasa de desempleo había aumentado más allá del 10% en el área metropolitana de Santiago y era aún más alta en varias otras partes del país. Cifras oficiales de la Junta y del Fondo Monetario Internacional muestran que a fines de 1975 el desempleo en el área metropolitana de Santiago había alcanzado 18.7%; la cifra correspondiente en otras zonas del país era más de 22%; y en sectores específicos como la industria de la construcción, había alcanzado casi 40%. El desempleo ha continuado aumentando en 1976 y, de acuerdo a las estimaciones más conservadoras, en Julio aproximadamente 2.5 millones de chilenos (cerca de un cuarto de la población), no tenían ingreso alguno; ellos sobrevivían gracias a los alimentos y ropas distribuidas por iglesias y otras instituciones humanitarias. Los intentos de instituciones religiosas y de otro tipo para aliviar la desesperación económica de miles de familias chilenas han sido realizados en la mayor parte de los casos, bajo la sospecha y hostilidad de la policía secreta.
Las condiciones inhumanas bajo las cuales vive un alto porcentaje de la población chilena se refleja más espectacularmente en los sustanciales aumentos de la malnutrición y mortalidad infantil, y la aparición de miles de mendigos en las calles de las ciudades chilenas. Este constituye un cuadro de hambre y miseria nunca antes visto en Chile. Las familias que reciben el "salario mínimo" no pueden comprar más de 1000 calorías y 15 gramos de proteínas por persona al día. Esto es menos que la mitad del nivel mínimo satisfactorio de consumo establecido por la Organización Mundial de la Salud. Es, en resumen, lenta muerte por hambre.
La mortalidad infantil, reducida significativamente durante el período de Allende, saltó a un dramático 18% durante el primer año del gobierno militar, de acuerdo a cifras proveídas por la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas. Para amortiguar la crítica desde dentro de sus propias filas, la Junta estableció en 1975 un simbólico "programa de empleo mínimo". Sin embargo, cubre sólo 3% de la fuerza de trabajo, y paga salarios que alcanzan a menos de 30 dólares al mes.
Aunque las políticas económicas han afectado con mayor impiedad a las clases trabajadoras, el debacle general ha afectado también a las clases medias. Al mismo tiempo, empresas nacionales de tamaño mediano han visto destruidas sus expectativas por la reducción de la demanda, y han sido absorbidas y destruidas por los monopolios contra los cuales se suponía debían competir. Debido al colapso de la industria automovilística, cientos de comercios y de pequeñas industrias que actuaban como subcontratistas han quebrado. Tres importantes firmas textiles (FIAP, Tomé Oveja y Bellavista) trabajan sólo tres días a la semana; varias compañías productoras de zapatos, entre ellas Calzados Bata, han debido cerrar. Ferriloza, uno de los principales productores de bienes durables de consumo, declaró recientemente su quiebra. Enfrentando esta situación, Raúl Sahli, el nuevo Presidente de la Asociación de los industriales chilenos y él personalmente ligado a los grandes monopolios, declaró a comienzos de este año: "La economía social de mercado debería ser aplicada en toda su extensión. Si hay industriales que se quejan por ello, que se vayan al infierno. No los defenderé." Así se le cita por André Gunther Frank en una "Segunda Carta Abierta; a Milton Friedman y Arnold Harberger", Abril de 1976.
La naturaleza de la receta económica y sus resultados pueden ser muy vívidamente establecidos observando el padrón de la distribución del ingreso. En 1972, durante el gobierno de la Unidad Popular, los empleados y obreros recibieron 62.9% del total del ingreso nacional; 37,l % fue para el sector propietario. En 1974 la participación de los asalariados había sido reducida a 38.2%, mientras la participación de la propiedad había aumentado a 61.8%. Durante 1975, "se estima que el salario real promedio ha declinado en casi 8%", de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Es probable que esta tendencia regresiva en la distribución del ingreso haya continuado durante 1976. Esto significa que durante los últimos tres años, varios miles de millones de dólares fueron sacados de los bolsillos de los asalariados y colocados en aquellos de los capitalistas y latifundistas. Estos son los resultados económicos de la aplicación en Chile de la receta propuesta por Friedman y su grupo.
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